Sesgo cognitivo

En un experimento ideado por Wolfgang Köhler, se pide al sujeto que diga cuál de estas figuras se llama bouba y cuál kiki. La mayoría de los sujetos le asigna el nombre bouba a la figura de la derecha, quizá porque los labios se redondean para producir el sonido o porque en el alfabeto romano, las letras b, o y a tienen una forma más redondeada que k e i (puntiagudas).

Un sesgo cognitivo es un efecto psicológico que produce una desviación en el procesamiento mental, lo que lleva a una distorsión, juicio inexacto, interpretación ilógica, o lo que se llama en términos generales irracionalismo, que se da sobre la base de la interpretación de la información disponible, aunque los datos no sean lógicos o no estén relacionados entre sí.[1][2][3]​ Los sesgos sociales se denominan generalmente sesgos atribucionales y afectan a nuestras interacciones sociales de cada día, también están presentes en la probabilidad y toma de decisiones. Ante un estado de confusión, es importante precisar y destacar los mecanismos netamente cognitivos de los intelectivos ya que estos últimos corresponden en la intuición a sesgos preceptivos conocidos comúnmente como falacias.

La existencia de sesgos cognitivos parece ser un rasgo adaptativo surgido durante la evolución humana, que ayudaría a tomar decisiones rápidas ante ciertos estímulos potencialmente dañinos, en situaciones en las que una respuesta inmediata puede ser más valiosa para la supervivencia que un análisis detallado.[4]​ Esta inmediatez puede conducir a tomar decisiones erróneas, a veces, con consecuencias graves.[5]

Los sesgos cognitivos permiten desarrollar modelos simplificados del mundo o de la realidad que rodea a los directivos y gerentes, con el propósito de facilitar tanto el proceso de toma de decisiones bajo situaciones complejas como el desarrollo de propuestas de solución a los problemas empresariales; es decir, permiten reducir las difíciles tareas mentales a tareas más sencillas, y entre estas la definición de la estructura organizativa de la empresa y de sus variables de diseño asociadas. [6]

La psicología cognitiva estudia este efecto, así como otras estrategias y estructuras que utilizamos para procesar la información, habiendo identificado una gran cantidad de ellos, con frecuencia relacionados entre sí.[7]

  1. Kahneman, D.; Tversky, A. (1972). «Subjective probability: A judgment of representativeness». Cognitive Psychology 3 (3): 430-454. doi:10.1016/0010-0285(72)90016-3. 
  2. Baron, J. (2007). Thinking and deciding. New York, NY: Cambridge University Press.
  3. Ariely, D. (2008). Predictably irrational: The hidden forces that shape our decisions. New York, NY: HarperCollins.
  4. Simon, H. A. (1955). «A behavioral model of rational choice.» The Quarterly Journal of Economics, 69(1), 99 -118. doi 10.2307/1884852
  5. Kahneman, D., Slovic, P., & Tversky, A. (1982). Judgment under uncertainty: Heuristics and biases. Cambridge University Press.
  6. Zapata & Canet, 2009, p.244).
  7. Sesgos cognitivos: cuando pensamos rápido y mal

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